Los precios del petróleo continúan inestables. La quinta ola está en su pleno apogeo, ante las extrañas decisiones que muchos gobiernos tomaron de bajar la guardia frente al Covid-19. Guatemala alcanzó en los últimos días un promedio de contagios de 5 mil diarios. Las cifras son inapelables. Las empresas retomaron las medidas de resguardo y regresar al trabajo desde la casa. Un empleado protegido produce más que uno enfermo. Parece tonto recordarlo pero es la verdad. 

En el mundo el precio del barril va a la baja y con la quinta ola de contagios encima, disminuirá el consumo de combustibles. Los “empresarios gasolineros” en Guatemala no tienen la mínima intención de bajar sus precios ya que están salvados por el subsidio otorgado por el gobierno y en estos momentos aprovechan que la ganancia es doble.

Hay un enorme debate en el mundo sobre si vale la pena tener un mejor planeta en contraste con economías quebradas como la estadounidense y china que bajaron dramáticamente su nivel de producción y por consiguiente, el aumento del desempleo. Los gobiernos, especialmente el republicano de Trump anunciaron más subsidios y apoyo incondicional a las empresas señaladas de ser “contaminantes” para un segundo término; cosa que no sucedió.

Mientras que las empresas de EEUU buscan subsidios y un nuevo gobierno republicano que los apoye incondicionalmente, el gobierno chino le apuesta a inversiones en países del tercer mundo con la apertura de plantas de carbón, un negocio que a la larga será redondo para los involucrados y para la economía mundial, mas no para el planeta.

Si algo nos ha enseñado la crisis del COVID-19 es que ha venido a cambiar el orden mundial. Ahora toca adaptarse y aceptar los cambios en nuestro estilo de vida. Parece extraño pero el COVID-19 vino de alguna manera a sanar el planeta.